La calle Montera, conexión natural entre Gran Vía y la Puerta del Sol, se renueva
día a día ofreciendo a vecinos y turistas un aspecto cada vez más acogedor. La
apertura de nuevos locales de restauración es uno de los mejores ejemplos,
como Tapa Tapa, especializado precisamente
en eso: tapas, montaditos, cazuelitas, platillos y arroces. Su gran
apuesta es la cocina recién elaborada, con toque mediterráneo y precios
moderados. No falta el jamón recién cortado, las tradicionales
bravas, las cañas bien tiradas -en este caso, alemanas-,
el vino y los imprescindibles gintonics.
Si hay dos cosas que llaman la atención de Tapa Tapa Montera son las
dimensiones y diseño del local , por un lado, y la cantidad de referencias de
la carta, por el otro. El restaurante tiene más de 220 metros cuadrados,
en los que hay capacidad para más de 70 comensales. La luminosidad es también
un factor clave; el gran ventanal que preside la fachada
y puerta de acceso al restaurante no solo permite la entrada de la luz sino
que, además, sirve de prolongación a la calle, donde en los meses de
verano se instala una terraza a pie de calle con
capacidad para más de 80 personas. La decoración, con aire vintage,
de tonos cálidos y materiales nobles, como la madera, resulta perfectamente
armonizada con el mármol de las mesas y las decorativas baldosas
hidráulicas de la barra.
En cuanto a la carta, ofrece más de 50 propuestas diferentes,
entre ellas creaciones como los montaditos de hummus con
bacon crujiente y pimentón de la Vera, o el de burrata stratcciatella con
crema de balsámico y rúcula. Entre las tapas, los clásicos huevos
estrellados con jamón de bellota y otras más singulares, como el tatin de
alcachofa con queso Taleggio o el taco de vaca vieja fileteado; también hay
platillos con aires marineros, como el tataki de atún rojo de Barbate con salsa
hoisin, zamburiñas, o gambas de Huelva a la plancha; no faltan las ensaladas, las hamburguesas y
los bocadillos, ni las especialidades de la casa a elegir, como
arroz a banda con caldo de cigalas, paella de pescado y marisco, o terrina
crujiente de pie de cerdo y butifarra del perol. Esto sí que son tapas para
todos.
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